Y con esta luna…cartas desde la cárcel

Por la Lic. Gilda Palmieri
gildapalmieri@hotmail.com

Esta pieza teatral de Charo Moreno tiene la particularidad de estar basada en la historia verídica de la autora quien fue presa política entre los años 1975 y 1984 en nuestro país.
“Tarde más de 30 años… en este 2015 estrené la obra de teatro, sobre las cartas y editamos el libro con la totalidad de las cartas enviadas a mi madre entre los años 1974 y 1984, desde diversas cárceles… Los días junto a las compañeras, como presas políticas” Refiere Charo.
Nacida en Montevideo, Uruguay, comenzó a militar por las reivindicaciones estudiantiles en su país, escapando del golpe de estado de 1973 hacía la Argentina pensando en que tal vez aquí tuviese mejores posibilidades según sus propias palabras. 
Lo truculento del caso es que no solo no encontró mejores posibilidades sino fue detenida el 4 de noviembre de 1975 para luego de 12 días de tortura en el centro clandestino “proto banco” trasladarla a la cárcel de Olmos oficialmente legalizada. Donde en abril de 1976 dio a luz a su hijo Andrés quien luego de seis meses fue entregado  a la madre de Charo, abuela del bebé, por la ley de los militares.
La autora presenta en el 2015 la obra de teatro y edita el libro que contiene las cartas enviadas desde la cárcel a su madre durante este período, material que utiliza para la realización de ambos.
La obra resulta un eslabón fundamental como elemento testimonial en la construcción histórica de nuestro país, escuchar el relato de la dramaturga sobre su experiencia como presa política, quien finalizada la obra dialoga con el público, describe la situación padecida por 1500 mujeres que estuvieron en condiciones similares en 1976, y que no tienen voz en la actualidad como parte de lo ocurrido durante la época de la dictadura militar.
“Luchar por una humanidad más justa” era aquello que unía a Charo con sus compañeras presas, increíblemente la sociedad se vuelve más injusta al saber sobre qué las causa y encerrarlas.
Así pasan los días, la historia es contada por cuatro mujeres que juntas a veces se confunden en el relato de una. Como si todas fuesen la protagonista, el dialogo prestado va circulando por los cuatro personajes como  algo que las fusiona. 
Esta situación presentada  me remite inevitablemente a un concepto que toma Francoise Davoine de Anna Freud, que es el de “Cuerpo de varios” la psicoanalista lo aplica cuando habla de trauma, explica que no se puede sobrevivir solo y toma para desarrollarlo el fenómeno que describe la hija del célebre psicoanalista quien se ocupa de trabajar con niños huérfanos cuyos padres habían muerto en la guerra, precisamente de cinco de estos pequeños quienes además de coincidir en determinadas conductas violentas, de gritos, berrinches y mala conducta, siendo muy particular que los cinco hacían un solo cuerpo, no se podía separarlos nunca, pero lo más curioso de todo es que cuando se les daba de comer, apenas recibían un trozo de comida la repartían inmediatamente para todos, no soportaban tener más alimento en sus propios platos que el resto de los niños, esto sucedía a una edad (3 a 5) en que claramente los niños son sumamente celosos de su propio alimento. No era algo solidario ni altruista, partía de una necesidad vital de alimentar un cuerpo al que pertenecían, compuesto por el de ellos más el resto de los demás niños. Así describe Davoine, tomando la experiencia de Anna Freud lo que sucede con alguien traumatizado.
Lo interesante de la obra es ver cómo se da este fenómeno entre las 4 compañeras prisioneras, como si el límite del cuerpo de una sola no fuese suficiente y es necesario el de todas para formar uno total. Así sobreviven a la realidad que las reúne.
El dialogo de los personajes se da con un tono alegre que por momentos transita en un clima curiosamente festivo, como haciendo uso de un recurso verdadero donde a veces la felicidad borra una historia que pretende mejor, no ser vivida. Así transcurre el tiempo por las puestas del sol, el quinto protagonista en escena. 
Esta es una obra que se va desarrollando por un público que más que espectador parece espiarla a través de los barrotes, como un testigo a destiempo de una realidad del pasado que no deja de hacer eco ante a veces la sordera de una sociedad que permanece en la comodidad cómplice de ciertas historias atroces que han sido calladas.
Es una pieza teatral que hace historia mostrando la que hecha pero callada parece ruidosamente inexistente. 
Hay que verla
Lic. Gilda Palmieri  



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